domingo, 29 de noviembre de 2009

El protagonista será la Tierra

Por primera vez en mucho tiempo no hablaré de mí, ni de usted. Tampoco de los políticos ni de los científicos. Esta vez, cambiaremos el actor principal del gran escenario del mundo.

Ahora, abróchese el cinturón, en los próximos minutos haremos un viaje. Este tipo de viajes “multiaventura” suelen ser largos y será necesaria la colaboración de todos los viajeros. Nuestro trayecto comienza aquí, en la pantalla del ordenador: una ventana al mundo, al Planeta Tierra, a la vida.

Hace 2,5 millones de años que el ser humano habita la Tierra. Desde entonces, el progreso cultural, científico y tecnológico nos ha llevado a una época donde el bienestar constituye la base de la sociedad. Hemos creado dioses, construido casas, escrito libros, hemos explotado todo lo que estaba a nuestro alcance y desde que tuvimos medios para ello, el ser humano se ha preocupado por salir allí afuera, al espacio. Entonces, la Luna y Marte han sido el foco de atención(en inglés) de astrónomos, físicos, etc. ¿Por qué tanto empeño?

Volvamos al lugar donde vivimos, a la riqueza de su geografía, de los seres vivos que en ella viven. Nuestro viaje en la Tierra lo haremos a vista de pájaro, tengan a mano sus billetes, pues no hay tiempo que perder.

La primera parada será la Antártida. Aquí encontramos hielo y más hielo, pero también numerosas especies de seres vivos con gran capacidad de resistencia a temperaturas extremas. Curiosamente, a pesar de ser una zona helada, en ella se encuentra el monte Erebús, un volcán en activo.

En segundo lugar visitaremos los mares y océanos. La riqueza de la fauna y flora que vive bajo el agua es tal, que aún estamos muy lejos de conocerla del todo. El pasado 23 de octubre la revista Scientific American dio a conocer que el censo de las especies marinas que viven en la oscuridad de las zonas más profundas de los océanos supera las 17.650 criaturas (en inglés o EL PAIS). Aún así, cada año se descubren gran variedad de especies. Los arrecifes dispersados por los mares son grandes comunidades de peces y corales. Si la belleza pudiera medirse, el paisaje submarino alcanzaría índices insospechados.

Salimos a la superficie. A lo lejos vemos tierra, la inmensidad de los cinco continentes se levanta ante nosotros y debemos sentir la emoción de Colón cuando vio América, la de Magallanes cuando llegó a la India, la de Livingstone cuando se adentró en África. Si miramos bien a nuestro alrededor veremos selvas impenetrables, montañas rocosas y praderas infinitas. Veremos la sabana africana, la taiga de Siberia y los desiertos. Chocaremos con nuevas miradas de animales minúsculos, enormes, veloces… Escucharemos, como Joseph Conrad, las conversaciones de los árboles y la música de las aves.

Por fin llegamos a nuestro destino, a nuestras ciudades, a nuestras casas. Quizá este sea el momento de reflexionar sobre el viaje. Nos acordaremos del azul de cielo, del transparente mar, del verde de las plantas en primavera, de los ocres del otoño… podremos oler la lluvia, la nieve, sentir el viento, el frío del invierno y el calor del verano.

Lo dije al principio. Esta vez no hablaría de las últimas noticias del calentamiento global (en inglés), ni del derretimiento de los polos, no mencionaría el CO2, ni tampoco la contaminación de los mares y océanos, pasaría por alto la economía sostenible.

Esta vez, sólo por esta vez, el protagonista no merecía ser el Hombre.

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