jueves, 22 de octubre de 2009

El edificio ecológico ha llegado, dejen paso a la naturaleza

Desde hace unos años, los arquitectos más innovadores han encontrado su inspiración en el respeto al medio ambiente. Edificios futuristas se cuelan en nuestras calles y se sirven de los cuatro elementos para proclamar el nacimiento de la arquitectura sostenible, aquella que abandonamos cuando se fraguaba la revolución industrial.

Las tribus milenarias que aún perviven en recónditos parajes del globo terráqueo han demostrado que la naturaleza es nuestra amiga, y los amigos no se maltratan entre sí, se necesitan mutuamente, se ayudan. Por eso, mientras en las altas esferas del poder se negocian y “desnegocian” protocolos de Kyoto, los visionarios del siglo XXI se quedan en La Tierra y, como ya hicieron los Montesquieu o los Edison del pasado, sientan las bases de un cambio a nivel mundial.

En este caso, los avances de la ciencia y la tecnología se ponen a nuestro servicio para rentabilizar al máximo el acuerdo con la naturaleza. Aquí surge la llamada arquitectura ecológica, sostenible o sustentable y que deriva en la construcción de edificios autosuficientes y respetuosos con el medio ambiente.

Pero, ¿qué entendemos por edificios sostenibles? En EEUU, un organismo, el U.S. Green Building Council otorga el certificado LEED a todos los edificios de cualquier parte del mundo que cumplen con los requisitos.

Algunos arquitectos, como David Fisher, se embarcan en ambiciosos proyectos de arquitectura dinámica, con rascacielos giratorios incluidos. Otros, como los del grupo ecologista Global Green y su proyecto “Make it Right”, con Brad Pitt a la cabeza, ven en el desastre del Katrina la oportunidad de crear desde cero un nuevo estilo de vida.

Pero no hace falta buscar entre los grandes proyectos para encontrar una aplicación práctica de la arquitectura ecológica. Algunos avances científicos en la optimización de las fuentes de energía hacen posible que esté a nuestro alcance dar el salto del clásico “recicla tus residuos” al recuperado concepto de “convive con la naturaleza”. ¿Difícil de creer? Dediquemos unos minutos a la siguiente reflexión:

“Imagine que llega a su casa, aparca su coche eléctrico en el garaje, recoge el correo y se dirige a la puerta de entrada. Una vez más, ha olvidado las llaves, así que llama al timbre y espera a que abran la puerta.

Mientras tanto mira a su alrededor: es un bonito día de verano y las ventanas solares hacen su función. Nota el frescor de la vegetación de la calle y piensa que fue un acierto poner un jardín delante de su casa.

Una vez más, mira la vivienda y recuerda su construcción: los vecinos decían que con esos cimientos, la casa saldría volando al primer golpe de aire; decían que las fuertes lluvias inundarían el piso; que nos moriríamos de frío en invierno y de calor en verano con ventanas tan grandes… Los seres humanos son por naturaleza reacios a los cambios.

Ya han pasado tres años, piensa, y la casa sigue en pie. Los materiales ecológicos de los cimientos son resistentes. La comida es cocinada en el horno gracias a la electricidad que producen unas turbinas instaladas entre el primer y segundo piso. Y el agua de lluvia es almacenada y utilizada, a través de un sistema, para los inodoros y para regar el pequeño jardín de la entrada.

Después de un minuto, alguien abre la puerta y entra. Le llama la atención la luminosidad y el aire frío que se respira en el interior. Recuerda que tiene correo, facturas. Sus gastos en los últimos dos años se han reducido a la mitad. La satisfacción de haber construido una casa ecológica y autosuficiente hace que se sienta orgulloso de sí mismo. La apuesta por el medio ambiente y la mejora del estilo de vida no tiene precio”.

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